El efecto GHESQUIÈRE, o cuando el lujo supera al lujo
Piensa en lujo. Un, dos, tres, responde otra vez. Y... ahí están, en tu mente, grabadas a fuego: la “L” y la “V” entrelazadas de Louis Vuitton. Lo dice el imaginario colectivo, lo dicen las cientos de fotos de celebrities cargando con sus speedy y sus keepall, lo dicen una y otra vez los editoriales de moda. Y lo dice la revista Forbes.
En su última lista de cien marcas con más poder del mundo, encaramada al puesto 14, desterrando a Zara (puesto 58), Gucci (42) o Hermès (51), se sitúa el exquisito savoir faire de Vuitton, abriéndose paso en un podio copado por compañías tecnológicas como Apple, Google o Microsoft.
Sin despreciar la potencia de exclusividad que le confiere a la marca mantener el universo de los artículos de viaje (aun sabiéndolo destinado a un público muy reducido) Vuitton ha sabido adaptarse al paso del tiempo y mantener siempre actuales sus piezas de exquisita marroquinería.
Con Marc Jacobs, la firma maletera fundada en 1854 se expandió a nivel planetario, hasta contar con 470 tiendas en todo el mundo. ¿Era posible crecer más? Y, sobre todo, ¿era posible crecer mejor? ¿Vuitton podía mejorar su imagen, asentarse como esencia del lujo y alejarse del bolso que se puede comprar cualquiera, subir precios y valer más como firma sin morir de éxito en el intento?
Pues sí. Podía, y lo hizo. Reclutando a Nicolas Ghesquière en 2013 para tomar la dirección artística de sus colecciones femeninas, los grandes líderes de Vuitton, Delphine Arnault y Michel Burke, optaron por la audacia y el rigor.
Forbes acaba de darles su beneplácito. Y yo, que decaía en mi amor por Vuitton desde que me crucé con mi vecina y su pochette damier, vuelvo al redil de las que rinden pleitesía a LV.
UN POCO DE HISTORIA
1854 ve nacer la marca Louis Vuitton en la Rue Neuve des Capucines, en París. La firma se mantendría en manos familiares hasta las últimas décadas del siglo XX.
Desde 1987 la empresa forma parte del grupo LVMH Moët Hennessy Louis Vuitton, un conglomerado de productos de lujo que aúna más de 60 marcas de renombre y que nace de la alianza entre los mayores productores de champán y coñac franceses. No en vano, esta amalgama de productos de lujo ha convertido a su dueño, Bertrand Arnault en el decimotercer hombre más rico del mundo.
En 1888 Georges, hijo de Louis Vuitton, creó el patrón Damier Canvas. No sería hasta 1896 cuando él mismo lanzase el diseño de su reconocidísima lona Monogram, en fondo marrón y con las iniciales LV de su padre en color oro, a las que añadió dos motivos florales y uno geométrico inspirados en diseños tradicionales japoneses, que causaban furor en aquel momento en París. Al año siguiente registró las patentes mundiales de la firma y sus icónicas lonas, que siguen siendo objeto de deseo de millones de clientes.
Se siguen realizando la mayor parte de sus diseños más clásicos, como el Keepall o el Speedy, y utilizando los estampados originales aunque de vez en cuando Vuitton juegue con ediciones limitadas que los reinterpretan, como los diseños grafiteros de Marc Jacobs en 2001.
Una de las más interesantes y fructíferas re-interpretaciones del icónico estampado de Vuitton nace de su colaboración con Takashi Murakami, quien creó hasta 33 variaciones del patrón de la lona estándar combinando el monograma clásico en distintos colores con un fondo blanco o negro. Suyo es también el patrón de la flor de cerezo que apareció solo en algunas piezas de colección limitada.
La colección de Yayoy Kusama dio lugar a 64 piezas en las que la artista japonesa creó un universo lleno de color y de sus inconfundibles puntos, “un lunar perdido entre millones de lunares” como lo definió la propia artista.
Definitiva fue, también, la creación del patrón Damier Grafito en 2008, una relectura en clave masculina del clásico Damier en negro y gris que le proporciona un aire más urbano y moderno.
CAMPAÑA PRIMAVERA VERANO 2015
La lona Vuitton vuelve a reinventarse con la colección primavera-verano 2015 de la mano de Nicolas Ghesquière. El francés ha creado dos nuevos prints. Uno es una simple “V” en azul o rosa sobre el estampado monogram clásico; el otro es el print Ramage, en tonos rosa, naranja y amarillo, inspirado en la vida submarina.
COLECCIÓN CRUCERO 2016
Mediada la primavera, Nicolas Ghesquière presentó la colección crucero 2016 usando como escenario la exquisita mansión modernista de Bob Hope en Palm Springs, California. Vuitton enamoró con bolsos en forma de caja, como los que ya había presentado en colecciones anteriores, de piel con acolchado de rombos y también mochilas (sí, mochilas, vete pensando dónde guardarás la tuya ya que no vas a poder vivir sin una en tu armario… Ya las vimos en Chanel y ahora en LV, y su vuelta es absolutamente indiscutible).
La paleta cromática dominante que se vio en Palm Springs fue muy neutra, mimetizada con los tonos del desierto. Había negros y grises, tostados y cuero, verde musgo, azules y rojos. Ghesquière también tiró de rentas y usó, como no, el clásico estampado monogram.
LOUIS VUITTON EN BOLSOS DE FIRMA
La clave del nuevo Vuitton de Ghesquière es mirar al futuro pero sin romper con el pasado. Sus revisiones para la marca, en estas primeras colecciones, están siendo bastante tradicionales. Así que tranquila, los antiguos Vuitton siguen siendo plenamente vigentes y deseables.
Al igual que está ocurriendo con otras marcas del universo del lujo, Vuitton ha encontrado en la subida de precios una herramienta de negocio más. Cada cierto tiempo alejan del ciudadano medio sus productos, encareciéndolos para mantenerlos en el segmento alto que desean conservar. El mítico Speedy, auténtico superventas de la firma, aumentó su precio un 32% en los últimos cinco años. El argumento de la subida de las materias primas nobles no sirve, en este caso, para justificar los aumentos de precio ya que el 90% del material de bolsos como el Neverfull es lona, no cuero.
¿Quieres gastar dinero en un bolso o invertirlo? Si no das puntada sin hilo, y piensas que un día, tal vez, quieras vender alguno de tus bolsos, Vuitton es una de las mejores opciones. La tríada del lujo francés (Vuitton, Chanel, Hermès) es la más codiciada por los asiáticos.
En su artículo ¿Por qué el lujo francés fascina a los chinos? los periodistas Vicent Bastien y Jean-Noël Kapferer consideran clave que el cliente chino no compra para diferenciarse, si no para integrarse. Comprando un bolso Vuitton clásico reflejan todo su poder adquisitivo pero no se salen, simbólicamente, del conjunto. En bolsosdefirma puedes comprar el Vuitton de tus sueños y, a la vez, asegurarte de que tu compra no solo no pierde valor si no que, con el tiempo, incluso se revaloriza.
Pochette Florentine en monogram por 230 €
A menudo me repito: “no más, ni uno más, no necesito más, no quiero más...” Interiorizo el mantra, lo hago resonar en mi mente, me lo creo. Hasta que entro en la web y me cruzo con cosas como este clásico bolso Noé en epi color fucsia. Entonces pienso en que sería ideal para una tarde de verano, en que me lo podría llevar a casa por 780 € y en que esa piel con forma de espiga de trigo es bellísima e indestructible. Y se me olvida que una vez quise convencerme de que Vuitton ya no me gustaba tanto.